La ciudad y el campo ofrecen distintas libertades. En uno, tienes acceso a los servicios casi las 24 horas del día, y los 7 días de la semana. Puedes pedir comida a tu puerta a las tres de la mañana y tomar un autobús de diez minutos para llegar a tu trabajo. El otro te permite moverte más libremente. Tienes espacio para cultivar y cosechar alimentos. Hay menos contaminación y más terreno. Cada uno permite un estilo de vida único que parecerá más atractivo según las preferencias y metas personales de los individuos que las escogen. Como sociedad, los estadounidenses tienden a pensar en los dos como opuestos que nunca están de acuerdo. Sin embargo, por muy diferentes que parezcan, dependen el uno del otro y están mucho más conectados de lo que uno piensa.
La historia de las ciudades
Ciudades como las que se encuentran en la antigua Mesopotamia se desarrollaron por primera vez hace unos 6000 años. La región tenía abundantes recursos naturales y una producción estable de alimentos. Esto pasó en conjunto con el desarrollo de tecnología para acceder, transportar y distribuir agua, lo que permitió a los residentes de estas áreas liberarse parcialmente del trabajo manual que, de otro modo, habría consumido su tiempo por completo. Se facilitó la producción de bienes y el comercio por lo cual pudieron prosperar como nunca antes. Como efecto secundario, las costumbres culturales se desarrollaron y expandieron a mayor escala, nacieron pequeñas ciudades y los líderes de la comunidad adquirieron más poder, convirtiéndose en reyes y reinas.
Similarmente a este fenómeno se puede observar la Revolución Industrial, una época que comenzó en Gran Bretaña e impulsó a la nación a la riqueza y la prosperidad. Al igual que las poblaciones de la antigua Mesopotamia, el acceso a recursos energéticos como el carbón permitió a Gran Bretaña producir los bienes que alimentaban su economía de manera mucho más eficiente a través de máquinas. Desarrollaron fábricas para fabricar cantidades masivas de acero, hierro, textiles y otros bienes. En consecuencia, la gente comenzó a migrar a la ciudad, donde las oportunidades de trabajo estaban más disponibles. Nacieron ciudades grandes y modernas, los dueños de las fábricas se enriquecieron y el poder comenzó a alejarse de las manos de la monarquía.
Desde una perspectiva histórica, podemos ver que las ciudades influyen significativamente en la riqueza y el poder. Una nación con grandes ciudades está mejor equipada para avanzar en tecnológica y económicamente. Sin embargo, también requieren una inmensa cantidad de energía para funcionar y no podrían sobrevivir de forma independiente.
Ciudades y energía
Las ciudades son como organismos vivos. Consumen energía y producen desechos a través de un proceso llamado “metabolismo urbano”. Los alimentos, el agua y la energía se obtienen del campo y se transportan a la ciudad, donde sirven como combustible. Por ejemplo, para que Chicago tenga suficiente energía para funcionar de manera efectiva, depende de los recursos naturales de Illinois. Esto incluye la tierra utilizada para cosechar energía eólica y solar, ríos y lagos para energía hidroeléctrica, combustibles fósiles y los alimentos y el agua necesarios para sostener a su creciente población. Las ciudades se alimentan y crecen de esta energía. Sin embargo, también tienen los recursos para desarrollar nuevas tecnologías.
Ciudades y residuos
Los residuos son un factor clave en la relación entre las ciudades, la energía y la sostenibilidad. Si se produce en cantidades demasiado grandes o si no se desecha adecuadamente, puede causar graves problemas para el medio ambiente. Por ejemplo, el exceso de aire acondicionado en los calurosos días de verano requiere una energía tremenda. Esta energía se utiliza a menudo a través de combustibles fósiles que liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera. En consecuencia, los calurosos días de verano se vuelven más calurosos y se necesita aún más energía para refrescar nuestros hogares. Es importante recordar que nuestros recursos energéticos no son todos ilimitados. Ser eficiente y producir menos residuos es fundamental para lograr la sostenibilidad.
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